El día de muertos es una celebración mexicana de origen prehispánico que honra a los difuntos, es considerada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, ya que es una de las representaciones culturales más antiguas y más relevantes de la cultura mexicana.
Esta tradición ancestral es principalmente transmitida en el hogar y la religión es un factor crítico vinculado a ella; sin embargo a pesar de estar llena de colorido y magia, es mucho más que ello se considera también una representación social que permite a los individuos, acercarse y enfrentar la muerte en un proceso amable y reparador.
Como muchos sabemos el duelo es un proceso inevitable que se presenta cuando hay perdidas principalmente afectivas, en este caso la muerte de un ser querido; en la cual existen una mezcla de al menos tres factores sumamente importantes que confluyen directamente en el proceso, la cognición, la emoción o sentimientos y por supuesto la cultura.
Y entendiendo la cultura como una realidad social construida donde se comparten costumbres, tradiciones, ideologías, normas, valores e intereses comunes, se puede decir que esta festividad es además de todo lo descrito anteriormente un modo de interpretación que se le da a este proceso no solamente para hacerlo llevadero, sino para entenderlo como algo propio que debe ser respetado, aceptado y que finalmente se transforma en una realidad compartida a través del ritual , para así psicológicamente poderlo transformar en una experiencia positiva.
Finalmente la cuestión emocional jugara también una parte fundamental en este proceso ya que al vivir el duelo la persona vivirá una serie de etapas necesarias para sanar la herida y seguir adelante con su vida.
Estas son:
• La negación
• La ira o enojo
• La tristeza
• La aceptación
Cuando el individuo se queda “anclado” en cualquiera de estas etapas se puede decir que se encuentra en un duelo patológico ya que no ha podido superar adecuadamente la perdida que vivió. Los factores que intervienen en la intensidad de este duelo dependerán principalmente de la edad de la persona, del vinculo que se tenía con el difunto, si existía algún nivel de dependencia hacia esa persona (por ejemplo un adolescente que vivía su mama siendo esta su único familiar directo) y si es una muerte esperada o no.
En cualquiera de los casos este proceso hay que entender que puede tomar tiempo aceptarlo, que en algunas circunstancias será importante la ayuda psicoterapéutica y que factores tales como una buena autoestima, independencia, asertividad , inclusive hasta contar con trabajo y adecuadas redes de apoyo social serán indispensables para superarlo y lograr restablecer una adecuada salud mental.